La morena que suplica desesperadamente una pequeña penetración vaginal, me mira con sus grandes ojos azules, suplicándome que la tome en mis brazos y le haga sentir el placer que tanto desea. Se muerde el labio inferior y no puedo resistir la tentación de satisfacer su deseo. La tomo en mis brazos y la llevo a la habitación, donde la desvisto lentamente y le hago sentir el placer que tanto anhela. Gime de placer y sé que he logrado satisfacer su deseo.